ENTREVISTA A MARTI PUGLISI

Contanos un poco de vos
Vengo de una familia que lleva el hockey en la sangre. Desde que tengo noción, siempre estuve vinculada a una cancha de hockey. Mi mamá fue arquera de la Selección Argentina y luego dirigente de la AAMH, siendo ella quien nos transmitió la pasión por este deporte. Somos cinco hermanos dedicados al hockey al 100%. Actualmente, dos de nosotros seguimos como jugadores activos (Joaco y Santi), mientras que los tres mayores estamos desempeñando roles de entrenadores (Agus y Tomy en España). En lo personal, este es mi primer año como entrenadora de un club de primera. Los últimos dos años fui ayudante, y siempre intento transmitir toda mi experiencia como jugadora, tanto en los momentos buenos como en los malos.

¿Qué sensación te dio ser llamada para cumplir un rol tan importante en el cuerpo técnico?
Pasé por varias sensaciones. Al principio, me sorprendió. Cuando Manu me llamó para contarme que asumía el rol de entrenador y me preguntó si estaba dispuesta a ser su ayudante, me tomó por sorpresa, ya que no lo estaba buscando ni esperando. Con Manu nos conocíamos, pero nada más. Después de hablarlo, la sensación cambió a alegría, nervios y expectativa, porque no sabía qué esperar. Afortunadamente, gracias al grupo de trabajo, todo se dio de forma tan natural que hizo que todo fuera más fácil.

¿Qué virtudes desde el juego tuvo el equipo para lograr el ascenso?
La virtud más grande fue el grupo humano que se formó. Fue un grupo muy compacto donde cada jugadora dio más del 100%, incluso entendiendo que algunas debían jugar en posiciones no habituales, siempre pensando en función del equipo. Esa fue la clave: todas, desde la primera titular hasta la última suplente, entendieron su rol y se jugaron en función de lo que necesitaba el equipo. Lograr esto en un grupo de 20 jugadoras es muy difícil.

¿Qué virtudes desde el juego tuvo el equipo para lograr el ascenso?
La virtud más grande fue el grupo humano que se formó. Fue un grupo muy compacto donde cada jugadora dio más del 100%, incluso entendiendo que algunas debían jugar en posiciones no habituales, siempre pensando en función del equipo. Esa fue la clave: todas, desde la primera titular hasta la última suplente, entendieron su rol y se jugaron en función de lo que necesitaba el equipo. Lograr esto en un grupo de 20 jugadoras es muy difícil.

¿Cómo analizas el recambio que se viene viendo en el Seleccionado?
El recambio claramente fue esta camada que logró el ascenso. Tuvimos 10 chicas debutantes y 6 chicas de categoría sub19. Hay un potencial enorme, pero debe trabajarse, acompañarse, apoyarse y cuidarse, tanto desde los clubes como desde los seleccionados. Son chicas muy jóvenes con un largo camino por delante. Al cierre del torneo les dije que no se conformaran con esto; a partir de ahora, este es el piso y deben seguir trabajando para buscar siempre un poco más, sumando más experiencias.

¿Cuáles fueron tus aportes para el ascenso desde “afuera”?
Desde lo personal, intenté transmitir a las chicas mis experiencias como jugadora. Tuve la suerte de participar en diversos torneos a lo largo de mi carrera y tuve equipos de todos los colores. De cada experiencia, tanto buena como mala, uno aprende algo. Enfatice la importancia del juego colectivo, del grupo humano, de que todas estén cómodas, y de ser equipos disciplinados que comprendan el tipo de torneo que se está jugando. Además, es fundamental encontrar el equilibrio entre momentos recreativos y el descanso. Creo que fue un torneo redondo en todo sentido. Sinceramente, fue un placer viajar con estas 25 personas, sentirnos parte importante en todo momento y siempre creyendo en que lo podíamos lograr.